Cuando la respuesta de Dios no llega, Hno. Francisco Meléndez

Muchas veces creemos que la respuesta de Dios a nuestras oraciones no llega, y cuando las cosas no salen a como esperamos, somos buenos creando “alternativas”, echamos manos a un plan B y en el peor de los casos renunciamos o nos damos por vencidos en lo que esperábamos. Todo lo anterior sin tomar en cuenta las críticas de personas que están a nuestro alrededor, esperando el momento preciso para decirnos: “Te lo dije”, mejor hubieras actuado de otra forma en lugar de esperar un milagro.

Yo estuve orando mucho tiempo por un milagro, no daré el detalle del milagro para no limitar la misericordia y grandeza de Dios. Leía la Biblia, oraba y hacia muchas practicas más de lo que lo hacía antes de tener la necesidad del milagro esperado. Llego un tiempo que no sabía de qué manera expresarme a Dios, no sucedía nada, el tiempo pasaba y venía a mí un sentimiento de frustración, sumado a esto, cansancio de no ver respuesta y literalmente personas que decían “no te preocupes, no eres el único” (en el sentido que no recibía respuesta). Hasta que en una ocasión me tire literalmente al piso, agotado de no ver respuesta, reconocí que no dependía de mí y dije a Dios; “Esta bien señor, me rindo, ya no puedo más, sé que eres Todopoderoso y Soberano, esperaré en tu tiempo, solo dame fuerzas para no dudar de ti.

A pesar de lo anterior, pasaba algo bueno en todo esto, no baje la guardia en la lectura y oración, y para enfocar mejor y asirme de algo para esperar una respuesta, comencé cada mañana a agradecer a Dios por la vida y decía: “Señor, gracias por este día que me concedes, me has dado vida, salud y fuerzas, estoy en condiciones de recibir mi milagro, solo permite que sea hoy ese día. Esto no significa que fue la fórmula para obtener el milagro que esperaba, pero fue el comienzo, y me comencé a llenar de esperanza nueva y el tiempo ya no me afectaba. Agregue a esta oración matutina la práctica de seleccionar promesas bíblicas y esto fue de gran ayuda para quitar el sentimiento de frustración que sentía anteriormente, al empoderarme de las promesas que me identificaban con mi debilidad, obtuve el argumento bíblico para que el enemigo no me debilitara, por cierto, la desesperación es un ataque constante en nuestra mentes cuando de confiar en Dios se trata y una de las promesas que me ayudaba a contrarrestar ese ataque era: Exodo 14:13 – 14. “Y Moisés dijo al pueblo: No temáis; estad firmes, y ved la salvación que Jehová hará hoy con vosotros; porque los egipcios que hoy habéis visto, nunca más para siempre los veréis. 14 Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos.”


La cita bíblica anterior me fortalecía al saber que podía esperar en Dios, que lo que pasaba era temporal y que El es quien pelea nuestras batallas.

También tome ejemplo de personajes bíblicos y uno que me gustaba conocer más era Job. Hombre perfecto, recto, temeroso de Dios y apartado del mal, con grandes bendiciones de Dios y de quien se expresaba; “Que no hay otro como el en la tierra”. Pero fue sometido a pruebas que ninguno de nosotros pudiera soportar, sin embargo, su firmeza en Dios le dio mas sabiduría, fortalezas y esperanzas.

Paso cierto tiempo en el que ya no me molestaba esperar, sentía hasta en el ambiente, como si pudiera olerlo, que mi milagro estaba cerca. Llego el dia esperado de obtener mi milagro, Dios  lo concedió no tanto como lo había pedido, sino mucho mejor. Con la espera vino mas acercamiento a Dios, al entendimiento, a esperar para escuchar, a estar en paz y tranquilo.

Si pudiera resumir todo lo anterior lo haría en los 4 siguientes puntos:

  • Rendirse en el buen sentido, reconociendo que Dios es Soberano.
  • No hay una formula prescrita para obtener el favor de Dios
  • No dejar la oración y lectura bíblica, pero impregnándonos de ella hasta el punto de identificarnos con las promesas.
  • Reconocer que no somos los únicos que pasamos pruebas, pero de la mano de Dios y en el nombre de Jesús, todo es posible

Ahora te puedo decir: LA RESPUESTA SI LLEGA.

Dios te bendiga con lo que esperas, en el nombre de Jesús.

 

Francisco Meléndez