Dios no niega nuestras emociones, Ps. Edén Valle

Salmos 103.13-14 NTV

13 El Señor es como un padre con sus hijos, tierno y compasivo con los que le temen. 14 Pues él sabe lo débiles que somos; se acuerda de que somos tan solo polvo.”

  1. Introducción

Somos seres emocionales, esto quiere decir que podemos reaccionar ante las circunstancias de distintas maneras; con alegría, enojo, preocupación o temor.

¿Estará bien manifestar nuestras emociones? O ¿Mejor las reprimimos?

  1. Desarrollo

¿Qué hicieron muchos hombres de la biblia en las diferentes circunstancias que enfrentaron y qué los llevaba a expresar sus emociones?

  1. Samuel el profeta llevó un proceso de duelo

1 Samuel 16.1 NTV

Ahora bien, el Señor le dijo a Samuel: —Ya has hecho suficiente duelo por Saúl.

El duelo es el proceso de adaptación emocional que sigue a cualquier pérdida.

  1. Elías enfrentó el miedo

1 Reyes 19.1-3 NTV

Y Acab le contó a Jezabel todo lo que Elías había hecho y cómo había matado a espada a todos los profetas. Entonces Jezabel envió un mensajero a Elías, diciendo: Así me hagan los dioses y aun me añadan, si mañana a estas horas yo no he puesto tu vida como la vida de uno de ellos. Él tuvo miedo, y se levantó y se fue para salvar su vida;

  1. El apóstol Pablo sintió profunda tristeza

Romanos 9.2-3 NTV

Tengo el corazón lleno de amarga tristeza e infinito dolor por mi pueblo, mis hermanos judíos.

  1. Conclusión

Dios no se sorprende de la condición en la que nos encontremos, o de la situación en la que vayamos a estar, pero algo que si podemos aprender de los hombres y mujeres de la Biblia es lo que cada uno de ellos hizo cada vez que experimentaban dolor, tristeza, miedo o angustia: Volvían su corazón a él, expresaban su dolor, buscaban su ayuda e intervención.

Salmos 13

1 Oh Señor, ¿hasta cuándo te olvidarás de mí? ¿Será para siempre?
¿Hasta cuándo mirarás hacia otro lado?
¿Hasta cuándo tendré que luchar con angustia en mi alma,
con tristeza en mi corazón día tras día?
    ¿Hasta cuándo mi enemigo seguirá dominándome?

Vuélvete hacia mí y contéstame, ¡oh Señor, mi Dios!
Devuélvele el brillo a mis ojos, o moriré.
No permitas que mis enemigos se regodeen diciendo: «¡Lo hemos derrotado!».
No dejes que se regodeen en mi caída.

Pero yo confío en tu amor inagotable;
me alegraré porque me has rescatado.
Cantaré al Señor
porque él es bueno conmigo.