¡No es lo mismo un hombre bueno, que un buen hombre!, Ps. Gerardo Ampié

Salmos 119:97-104

Generalmente cuando una persona fallece, y especialmente si es un hombre el fallecido, las personas que le sobreviven siempre hacen comentarios y narran episodios de la vida de éste, destacando cualidades y virtudes del mismo. Uno de los comentarios que sobresalen es, “tan bueno que era” “tan buena gente que era” o “fue un hombre bueno”

Sin embargo, ese “hombre bueno” pudo haber sido infiel muchas veces a la esposa, pudo haber sido un alcohólico, pudo haber sido un abusador de sus hijos, o inclusive hasta pudo haber maltratado físicamente a la esposa.

También resulta muy interesante que hay hombres que aun viven, que no han fallecido, pero ellos se consideran “hombres buenos” porque le dan a su familia, alimento, techo, educación, medicinas, recreación, ropa y calzado, etc. Pero puede ser que están emocional y afectivamente ausentes en su familia.

Otros hombres se consideran “hombres buenos” porque no toman licor, no fuman cigarrillo, no consumen drogas, no son mujeriegos, en fin no tienen vicios; sin embargo, no abrazan  a sus hijos, no los afirman con palabras de elogios, no aman a su esposa, están con ellas, no por amor sino por obligación y en el peor de los casos, por el qué dirán de la gente o por guardar las apariencias.

Definitivamente, no es lo mismo ser “un hombre bueno que ser un buen hombre”, pero ¿dónde encontramos a los hombres buenos? ¿acaso existen? ¿cuál es el modelo a seguir para llegar a ser un buen hombre? La Biblia la Palabra de Dios tiene la respuesta, y nos da la descripción no necesariamente física, pero sí moralmente y de carácter de un “buen hombre”.  En Salmos 119:97-104 nos describe a este tipo de hombre así:

  • ¡Ama la ley de Dios! Todo el día medita en ella.
  • Los mandamientos de Dios lo han hecho más sabio que sus enemigos.
  • Se ha hecho más entendido que los mayores de edad porque constantemente guarda los mandamientos del Señor.
  • Intencionalmente contiene sus pies del mal camino para guardar la palabra de Dios.
  • Tiene un espíritu enseñable, por eso, no se aparta de los juicios de Dios.
  • Para él las Palabras de Dios son más dulces que la miel en su paladar.
  • La razón principal por la cual aborrece todo camino de mentira, es porque los mandamientos de Dios lo han llevado a adquirir inteligencia.

¿Eres tú “un hombre bueno” o “un buen hombre”?

 

P.Gerardo Ampié